Desde diferentes frentes abordamos el problema de la deforestación intentando que los bosques recuperen los espacios y densidades que tuvieron anteriormente. Hemos aprendido, y es importante difundir la idea de que un buen conocimiento es necesario para conseguirlo ya que de no utilizar las especies y procesos adecuados podemos obtener un efecto contraproducente.

Sin embargo el tipo de acción orientada a la recuperación del espacio y los daños ya sufridos es un recurso in extremis del que deberíamos depender menos. Si la sociedad, tanto colectiva, como individualmente tuviera consciencia de como sus acciones, por pequeñas que sean, pueden tener impacto en esta tarea quizá conseguiríamos mejor equilibrio diferencial entre los conceptos de preservación y protección.

Vamos a intentar entender que podemos hacer como individuos ante el problema de la deforestación desde el punto de vista de la protección.

La importancia de la protección

Proteger los bosques es importante, es un mensaje que poco a poco está calando en la sociedad y la consciencia medioambiental va ganando espacio en la consciencia colectiva, pese a ello, conservamos algunos estereotipos frente al medio ambiente que, si bien pueden ser positivos, a veces no conocemos profundamente, o no llegamos a comprender la importancia de su alcance. Por eso ante la idea de proteger los bosques es interesante saber algunos datos sobre aquello que se quiere proteger y llegar a una mejor comprensión de lo que estamos haciendo. Es importante difundir y concienciar sobre la importancia de la protección y la mejor manera de hacerlo es tener un conocimiento propio para exponer el problema.

Es popular, y correcta, la idea de que los árboles constituyen una fuente de limpieza de carbono importante y los grandes bosques son considerados “pulmones del planeta” por su capacidad de absorber el dióxido de carbono del aire y expulsar oxígeno en su lugar. De lo que quizá no tenemos consciencia es de que aquí no acaba su beneficio frente al problema del CO2 y cuando permitimos la deforestación creamos una huella muchísimo más importante que el único hecho de perder su capacidad como “pulmones”.

Los arboles y la densidad de los bosques realizan también un trabajo invisible como almacenes de carbono, su biomasa repercute directamente en el control de gases que atrapan calor, lo cual no solo afecta al CO2 sino también a otras sustancias toxicas o contaminantes.

Su regulación del flujo del agua y cómo afecta al suelo puede producir tales alteraciones relacionadas con el clima cuando sufren deforestación, que sucesos catastróficos como tormentas, inundaciones o sequías pueden ser desencadenados por la repentina ausencia de árboles a kilómetros del lugar donde el suceso ocurre.

Por otra parte, la tala de árboles en si misma multiplica exponencialmente el problema de la propia deforestación ya que muchas veces se utiliza maquinaria altamente contaminante, se producen incendios forestales en áreas cercanas y se abandonan residuos. Los suelos deforestados sufren un proceso de descomposición que hace que el carbono sea liberado al aire, de tal manera que no solo perdemos la capacidad de regenerar el CO2 correspondiente a esos arboles talados sino que a la vez que se talan se contamina y se producen otro tipo de problemas que incluso pueden imposibilitar una nueva reforestación. En definitiva, dejarían un terreno que tardaría demasiados años en recuperar su riqueza.

Teniendo todo esto en cuenta, podemos asegurar que, anualmente, se genera más contaminación por la pérdida de bosques que por emisiones de todo el transporte mundial en conjunto. La deforestación produce el 15% de las emisiones de CO2.

Como estamos viendo, el proceso de deforestación es bastante destructivo y por mucho que defendamos la recuperación mediante reforestación, siendo un proceso eficaz y con grandes resultados que nos lleva por buen camino; será muy difícil hablar de sostenibilidad mientras los bosques sigan reduciéndose al ritmo actual.

Papel, madera y consumo responsable

La primera forma de proteger los bosques que está en nuestras manos es la reducción de la necesidad de madera y derivados. Debemos ser conscientes de que cuando renovamos un mueble que es funcional por estética o comodidad, estamos generando una huella medio ambiental. Una forma de llevar esto a cabo es tener una visión global y responsable del consumo e imaginar que esa renovación de muebles la pueden estar haciendo miles de personas a la vez, lo que podría traducirse en la desaparición de un área de bosque de un plumazo.

Si queremos renovar mobiliario siempre podemos buscar una solución, como la reparación o el reacondicionamiento. Podemos donar, vender, adquirir de segunda mano… En líneas generales un paso importante antes del reciclaje es la reutilización, igualmente antes de la reforestación tenemos que evitar en la medida de lo posible la deforestación.

Podemos incluir esta filosofía a la necesidad de consumo de papel. Vivimos en una civilización tecnológica y el papel es cada vez más innecesario debido a los soportes electrónicos, y en caso de ser necesario tenemos opciones, como el papel reciclado, tan validas como opciones mucho menos respetuosas con la naturaleza.

A la hora de comprar madera o papel existen una serie de procesos y certificados que nos informan del nivel al que es respetuoso ese producto con la naturaleza. Es nuestra obligación como seres que ocupamos el planeta dedicar algo de tiempo a analizar la responsabilidad de nuestras compras.

Cuida tus bosques

El bosque no es solo arboles y fauna, a veces olvidamos el terreno, la importancia de la riqueza del suelo o el ecosistema formado en torno a ellos. Es por esto que debemos sensibilizar y proteger sus espacios y terrenos.

Deberíamos oponernos, o como mínimo analizar muy bien aquellos proyectos de urbanización o usos del terreno en aquellos lugares considerados bosque, los lugares próximos a estos, o cualquier terreno en fase de serlo o en proceso de regeneración.

En definitiva debemos ser conscientes de que la tala de un árbol o el entorno perjudicial para su desarrollo desencadena una serie de reacciones que van más allá de la perdida de un árbol. Si hiciéramos un esquema gradual podríamos llegar a la extinción de algunas especies, incluido el ser humano. A pesar de obviar en muchos casos su importancia, los bosques son imprescindibles para la vida humana.

Hay que estar atentos cuando visitemos nuestros bosques, si por ejemplo, existe la posibilidad de evitar un incendio recogiendo un residuo inflamable estaríamos obteniendo un gran beneficio de un gesto muy pequeño. Por eso, ser respetuosos, respetar los senderos, recoger y no arrojar basura, no arrancar plantas y gestos similares deberían estar interiorizados en nuestra manera de actuar, debemos insistir en que son gestos que requieren mínimo esfuerzo generando grandes beneficios.

Cada año, se queman o talan aproximadamente 13 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo.

Sólo con su protección, estos bosques nos ayudarían a mitigar el cambio climático y compensar el CO2.